
Es una patología bastante común entre las personas sexualmente activas. De hecho, se trata de la enfermedad de transmisión sexual (ETS) más frecuente en los países desarrollados.
Este tipo de verrugas salen en la piel y las mucosas de los genitales, pudiendo afectar la vagina, la vulva y el cuello uterino en el caso de las mujeres y el pene, el escroto, la zona de las ingles y los muslos en el caso de los hombres. También pueden localizarse dentro y alrededor del ano, así como en los labios, la boca, la lengua y la garganta.
La infección por VPH puede ser asintomática – incluso pueden no verse o notarse las verrugas – pero aun así, ante la mínima sospecha se debe acudir, en la menor brevedad posible, al dermatólogo para poder recibir el tratamiento más adecuado. Solo así se podrán evitar posibles complicaciones y la transmisión de la infección a la actual o las futuras parejas sexuales. Hay que tener en cuenta que las verrugas genitales pueden aparecer meses o años después del contacto sexual con la persona infectada.
El tratamiento de los condilomas acuminados por parte de dermatólogos especialistas es vital, ya que ciertos tipos de virus del papiloma humano pueden provocar lesiones precancerosas o carcinomas. Por tanto, las verrugas anogenitales pueden acabar causando cáncer de cuello del útero, cáncer cervical, cáncer de vulva o cáncer anal.