Agua termal y piel

Agua termal y piel

Se conoce como agua termal al agua mineral que borbota como mínimo a 5ºC por encima de la temperatura de la superficie.

Estas aguas proceden de las capas subterráneas de la Tierra que se encuentran a elevadas temperaturas y son ricas en diferentes componentes minerales, lo que las hacen adecuadas para pieles con algunas patologías. Las aguas termales se pueden clasificar según su origen geológico en:

  • Magmáticas (si nacen en filones magmáticos o eruptivos)
  • Telúricas (si nacen en otros terrenos)

 

Desde hace siglos se conocen los beneficios de las aguas termales. Estos beneficios pueden dividirse en:

  • Químicos. Están relacionados con las sustancias que posee el agua, que atraviesan la piel por osmosis, llegando al torrente sanguíneo. 
  • Físicos. Su elevada temperatura produce vasodilatación y, por tanto, una mejor oxigenación de los tejidos, así como la liberación de sustancias antinflamatorias.
  • Biológicos. Las aguas termales contienen sustancias y microorganismos, como los sulfobacterias, que mejoran el sistema de defensa de la piel frente a todo tipo de agresiones, al mismo tiempo que disminuyen en proceso de envejecimiento cutáneo.

 

Es por estas propiedades que son conocidos los efectos beneficiosos de los balnearios en pacientes con diversas patologias, como las enfermedades reumatológicas, entre otras. Asimismo, hay enfermedades de la piel que pueden presentar una evidente mejora con los baños en aguas termales: dermatitis atópica, psoriasis, eczemas, ictiosis, dermatitis seborreica...

Se ha observado que la piel sometida a tratamientos de hidroterapia experimenta una notable disminución de la inflamación, una reducción de la irritación y una acceleración del proceso de curación.

En algunos centros termales y balnearios complementan los tratamientos con otros que potencian los efectos beneficiosos del agua con envoltorios cutáneos con la aplicación de productos emolientes específicos, barros, algas...

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